España busca 'marcianos' en la Antártida
Un grupo de astrobiólogos lleva al continente helado el detector SOLID, concebido para encontrar seres vivos en el planeta rojo
La base antártica española Gabriel de Castilla será el centro de operaciones de la nueva misión del detector SOLID.
Marte está en la Tierra. En el planeta azul hay rincones
cuyas temperaturas bajo cero, desiertos de sal y cegadoras tormentas de
polvo son lo más parecido al planeta rojo que ha pisado el hombre. Los
Martes de la Tierra se reparten por todo el globo. Uno está a cuatro
kilómetros bajo tierra, en las galerías de las minas de Suráfrica.
Otros, en los llanos pelados del desierto de Atacama, en Chile, o en los
terrenos rojos y ácidos de Río Tinto, en Huelva, o incluso en los
hielos perpetuos de la Antártida. Para sorpresa de los científicos, en
todos estos lugares se ha hallado vida en forma de microorganismos
obstinados que podrían resistir muchas de las inclemencias del tiempo en
Marte. Encontrar a estos seres y estudiar sus mecanismos de
supervivencia son clave para entender la posibilidad de que haya vida en
el planeta rojo y diseñar la máquina perfecta para encontrarla.
La
próxima semana, un equipo de investigadores españoles saldrá hacia la
Antártida para poner a prueba una de las máquinas rastreadoras de vida
más sofisticadas que se han ideado. Se trata de SOLID o Signs Of Life
Detector, detector de señales de vida.
SOLID, una especie de
ruleta rusa de siete kilos, ha sido diseñado para ir directo al grano:
encontrar seres vivos en el planeta. "Este es el detector más directo
para encontrar restos de vida en Marte", explica a este diario Víctor
Parro, investigador del Centro de Astrobiología de Madrid CAB
(CSIC-INTA) y responsable del proyecto.
La idea de SOLID es tan
simple como arriesgada. Hasta el momento, todos los instrumentos que se
han enviado al planeta rojo tenían como objetivo, de una forma u otra,
encontrar vida presente o pasada en su superficie. Sin embargo, el
objetivo oficial de esas misiones no incluía la detección de vida por un
motivo muy simple: si la misión no hallaba nada podría ser concebida
como un fracaso. Ni siquiera el robot de exploración Curiosity de la
NASA, que en estos momentos viaja hacia Marte, tiene el objetivo expreso
de hallar vida. En su lugar, sus sensores buscarán aminoácidos, los
ladrillos de las proteínas, componentes orgánicos que podrían señalar
que en la tierra que pise el robot hay o hubo algo vivo en el pasado,
aunque no podrá determinarlo de forma concluyente. "Nosotros no buscamos
aminoácidos, sino moléculas biológicas más complejas como las de la
Tierra", detalla Parro.
El mayor obstáculo para buscar vida en
Marte está en la mente humana. El hombre ha definido lo que es la vida
observando los seres que habitan su planeta. Este geocentrismo fomenta
una cerrazón que impediría detectar variantes biológicas nunca
observadas en el planeta azul.
Para minimizar esta posibilidad
SOLID va armado con un catálogo de entre 400 y 500 anticuerpos para
detectar otras tantas moléculas que sólo podrían haber sido producidas
por algo vivo. Entre ellas están el ADN, columna vertebral de la vida en
la Tierra, grasas que se han detectado en todas y cada una de las
bacterias conocidas y un tipo de azúcares llamados polisacáridos y cuya
presencia delata a un ser vivo en plena lucha por la supervivencia.
Los
microorganismos usan polisacáridos para protegerse de los entornos
fríos, explica Parro. Estas moléculas hacen que el agua en torno suyo
siga líquida incluso a temperaturas de diez grados bajo cero. "Si Marte
está en condiciones similares a las que encontramos en algunos lugares
de la Tierra, debe haber allí mecanismos similares para sobrevivir",
detalla el investigador.
El catálogo de anticuerpos de SOLID ha sido confeccionado durante años de viajes a los diversos análogos de Marte en la Tierra.
El
instrumento ha demostrado su capacidad para destapar microorganismos en
las minas surafricanas, el permafrost de la Antártida, las antiguas
minas de Río Tinto y el desierto de Atacama, el lugar más árido del
planeta. Fue allí donde Parro y su equipo quedaron más sorprendidos.
SOLID
analizó tierra sacada a cinco metros bajo la misma, en un entorno "con
mucha sal y nitratos donde no se esperaba encontrar gran cosa", recuerda
Parro. Pero el detector señalaba que allí había vida.
"Después,
en el laboratorio, vimos que aquella tierra contenía microorganismos y
que estos volvían a la vida al añadir agua", señala Parro. Los
investigadores bautizaron a estas colonias de microorganismos obstinados
como "micro oasis" en un reciente estudio publicado en Astrobiology. Su
idea es que Marte puede esconder idénticos oasis de vida microbiana.
"En estos terrenos, el cloruro sódico, básicamente sal de mesa, tiene
gran capacidad de atrapar agua y hacer que esta permanezca en estado
líquido incluso en temperaturas bajo cero", explica el investigador. En
este tipo de entornos salinos se han detectado en la Tierra "salmueras
con vida" a unos 15 grados bajo cero, señala Parro. En Marte, donde
abunda el tipo de sales iguales a las de la Tierra, "podría también
haber esas salmueras" a esas temperaturas bajo cero, añade.
"Es el detector más directo para encontrar restos de vida", dice su creador
El
próximo jueves comenzará la nueva misión de SOLID. Esta vez irá a Cerro
Caliente, un paradójico enclave antártico de la Isla Decepción donde la
temperatura pasa de los dos grados bajo cero en superficie a entre 60 y
100 grados positivos. El Cerro Caliente, cercano a la base española
Gabriel de Castilla, es ideal para buscar organismos capaces de vivir en
"gradientes térmicos" como los que hay en zonas hidrotermales del fondo
marino. "Aunque es algo que hoy se discute, algunos investigadores
piensan que en Marte hubo actividad hidrotermal reciente", añade.
Parro
y el resto de su equipo colaboran con la NASA. Su objetivo es mandar su
cazador de vida, que ha costado "unos tres millones de euros", a bordo
de una futura misión de la agencia. Por ahora no han logrado ganar una
convocatoria para hacerlo.
El equipo de Parro fuederrotado en el
año 2004 por su máximo rival, el Life Marker Chip desarrollado por el
astrobiólogo Mark Sims, de la Universidad de Leicester (Reino Unido). Su
detector está diseñado para encontrar signos de vida extinta, y ganó el
concurso para viajar a Marte a bordo de ExoMars, un robot impulsado por
la Agencia Espacial Europea y la NASA que saldría en 2018. "El objetivo
de SOLID se centra en la vida presente, nosotros, en formas que llevan
muertas 3.000 o 4.000 millones de años", explica a Público Sims. Muchos
expertos dudan de que haya vida presente en el planeta rojo y la
elección de Sims era muestra de ello.
El investigador británico
recuerda que, hace años, la idea era crear un detector conjunto con sus
homólogos del CAB. "Llegó un punto en el que no pudimos alcanzar un
acuerdo y comenzaron a desarrollarse dos instrumentos", recuerda.
La máquina se ha probado en desiertos, minas y las aguas de Riotinto
Equipos rivales
Sea
como sea, la victoria de Sims se ha agriado. El año pasado la NASA
anunció que no tiene fondos para completar su aportación a ExoMars. En
consecuencia, Europa, EEUU y Rusia están rediseñando la misión, que
podría dejar en tierra muchos componentes. "Todavía no sabemos si
viajaremos en ExoMars", lamenta Sims, que no repara en elogios a sus
competidores: "Les deseo mucha suerte porque su instrumento es muy
bueno".
Tanto Sims como Parro reconocen que gran parte del futuro
sobre la exploración marciana depende de lo que encuentre el robot
Curiosity, que en agosto aterrizará en Marte. Parro explica que su
equipo se presentará a la nueva convocatoria de la NASA para misiones de
coste medio y bajo. La falta de dinero podría jugar en su favor, ya que
los recortes de presupuesto podrían hacer que la NASA decida regresar a
un punto de Marte ya visitado para ahorrar dinero, explica.
El mayor obstáculo se encuentra en la definición humana de ‘vida’
"Si
Curiosity encuentra compuestos orgánicos, esto reforzaría la necesidad
de enviar ExoMars así como otras misiones para buscar vida", opina Sims,
que da una de cal y otra de arena cuando se habla del futuro. "La
posibilidad de que haya vida extinta en Marte sigue siendo más probable,
pero estaría muy contento de que me contradijeran", concluye.
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