El Misterioso Disco del Príncipe Egipcio Sabu de la 1ª Dinastía.
Museo Egipcio de El Cairo y entre dos salas muy próximas a la Sala de las Momias, uno no puede por menos que pararse sorprendido al ver en una pequeña vitrina, aunque no sin cierta dificultad por los reflejos de la luz sobre el cristal que lo cubre, un objeto solitario parecido a una rueda o disco de piedra.
Este extraño objeto al que nos referimos ha desconcertado y sigue
desconcertando a todos los egiptólogos que han tenido ocasión de
estudiarlo detenidamente. El primero de ellos fue su descubridor, Brian Walter Emery,
uno de los egiptólogos más importantes del Siglo XX, autor de un
clásico de la egiptología, Egipto Arcaico, 1.961, que sigue
constituyendo, después de muchos años, un claro referente
bibliográfico para el estudio y comprensión de los orígenes de la
Antigua Civilización Egipcia.
Realizando unas excavaciones en el año 1.936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a.C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le
llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en
su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: "...un
recipiente con forma de tazón de esquisto...". Años más tarde, en su
obra citada con anterioridad, Egipto Arcaico, hacía un comentario que
viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo
"cachibache": "...no se ha conseguido ninguna explicación
satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto...".
Frontal
y horizontalmente, este objeto de 5.000 años no deja de recordarnos
a una de nuestra modernas piezas empleadas en la industria
tecnológica
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Este objeto al que se refería B. Walter Emery
en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetros, y 10,6
centímetros de altura en la zona central. Está fabricado es
esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado
muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de
coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que
recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un
orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de
algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido,
dispuesto para girar.
Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda.
Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda.
Su introducción en Egipto nos aseguran, fue debida a la invasión de los Hicsos al
final del Imperio Medio, 1.640 a.C., que la utilizaron, entre otras
cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese
momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta
entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño
objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los Hicsos?
A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún
más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores
han llevado acabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño
de este artilugio.
El también egiptólogo Cyril Aldred llegó
a la conclusión de que, independientemente de lo que fuese aquel
objeto, su diseño se correspondía sin duda, a una reproducción de un
objeto metálico anterior mucho más antiguo.
La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de
eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su
zona central.
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De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto
con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal
que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al
pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo
estructuralmente, hace más de 5.000 años.
Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas
curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de
este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio
sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este
objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y
que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna
desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas
herramientas.
Pero..., ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?
Pero..., ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?
Dentro
de la típica política de los arqueólogos y egiptólogos oficialistas,
este objeto no es más que una bandeja o el pedestal de algún candelabro,
con un diseño producto de la "siempre recurrida casualidad".
Aunque también es casualidad, que este curioso objeto coincida con el diseño de una de las piezas que la Compañía Lokheed de Misiles y del Espacio, desarrolló para ser encajada herméticamente dentro de un cárter lleno de lubricante.
Sea lo que sea, este objeto encontrado en una tumba de Sakkara
con una edad que como mínimo alcanza los 5.000 años, sigue
constituyendo uno de los misterios mejor guardados que se pueden
encontrar.
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