2. Proclama sobre la paz del Vaticano II
TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER HERMANOS
De nuevo, nos vamos a encontrar con una de la más duras experiencias
de nuestra vida y, acaso, se pongan a prueba nuestras convicciones y nuestras
reservas de esperanza. ¿Será preciso pensar que una nueva guerra se va a hacer
posible porque en la vida cotidiana de estos últimos decenios hemos ido
erosionando las bases de una convivencia ética, alimentada del respeto, de la
justicia y del amor a las personas y los pueblos?
Sea como sea, y consciente de que la indignación y el dolor se nos
convierte en impotencia, no podemos dejar de sintonizar con el clamor de esa
conciencia universal que, desgarradoramente, aún siendo contundentemente
mayoritaria, va a sentirse humillada por la imposición de un poder endiosado.
Y, tratándose de un clamor universal, en que lo cristiano va inextricablemente
unido con lo humano, vuelvo a recordar entre utópico y decepcionado, la
proclama que el concilio Vaticano II lanzó sobre la paz, hace ya más de i 50
años, con el trasfondo rojinegro, de una guerra que sembró tristeza, ruina y
llanto en el mundo.
PROCLAMA POR LA PAZ DEL VATICANO II
(Me limito a indicar que los párrafos siguientes son
una transcripción casi literal del documento Gaudium et Spes, Nº 77 al 93,
siendo más de mi cosecha el ordenamiento dado).
Los cristianos, al anunciar que "son bienaventurados los que
construyen la paz” conectan con los anhelos más profundos de la humanidad. La
familia humana es cada vez más consciente de su unidad y está convencida de que
un mundo más humano será imposible sin una conversión de todos a la verdad de
la paz.
La humanidad debe
liberarse de la antigua esclavitud de la guerra
La crueldad de la guerra reviste hoy tal magnitud en sus avances y
refinamientos tecnocientíficos que pueden llevar a los que luchan a una
barbarie sin precedentes y a cometer delitos y determinaciones verdaderamente
horribles. Por parte de no pocos responsables de la vida política, se parte del
supuesto de que la acumulación de armas es necesaria para aterrar a los
adversarios y se está acrecentando "la plaga de la carrera de armamentos, las
más grave de la humanidad y que perjudica a los pobres de una manera
intolerable. Al gastar inmensas cantidades en tener siempre a punto nuevas
armas, no se pueden remediar tantas miserias del mundo entero. En vez de
restañar verdadera y radicalmente las disensiones entre las naciones, otras
zonas del mundo quedan afectadas por ellas. El mantenimiento de la antigua
esclavitud de la guerra es un escándalo”.
La verdadera naturaleza
de la paz
"La paz, que nace del amor al prójimo, es fruto de la justicia,
requiere respeto a los demás hombres y pueblos y exige un ejercicio apasionado
de la fraternidad.
La paz surge de la mutua confianza de los pueblos y no del terror
impuesto por las armas. La paz exige de todos ampliar la mente más allá de las
fronteras de la propia nación, renunciar al egoísmo nacional y a la ambición de
dominar a otras naciones, alimentar un profundo respeto por toda la humanidad”.
Los gobernantes trabajarán en vano por la paz mientras no pongan todo
su empeño en erradicar "los sentimientos de hostilidad, de menosprecio y de
desconfianza, los odios raciales y las ideologías obstinadas, que dividen a los
hombres y los enfrentan entre sí”.
Educadores y responsables de la opinión pública "tienen como gravísima
obligación formar las mentes de todos en nuevos sentimientos pacíficos”. Es un
deber de todos el proceder a un cambio de los corazones, que nos haga fijar los
ojos en el orbe entero.
Los caminos de la paz
Para edificar la paz se requiere ante todo que se desarraiguen las causas
de las discordias entre los hombres, que son las que alimentan las guerras.
- Deben desaparecer las injusticias, que brotan en
gran parte de las excesivas desigualdades económicas y el deseo de dominio y
del desprecio por las personas.
- "No hay que obedecer las órdenes que mandan actos
que se oponen deliberadamente al derecho natural de gentes y sus principios,
pues son criminales y la obediencia ciega no puede excusar a quienes las
acatan. Entre estos actos hay que enumerar ante todo aquellos con los que
metódicamente se extermina a todo un pueblo, raza o minoría étnica: hay que
condenar tales actos como crímenes horrendos. Los Estados pueden invocar el
derecho a la legítima defensa cuando es de justicia, tras haber agotado todos
los otros medios, pero una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse
con justicia y otra muy distinta querer someter a otra naciones. La potencia
bélica no legitima cualquier uso militar o político de ella”.
- La cooperación internacional en el orden económico
exige acabar con una serie de dependencias inadmisibles, introducir cambios en
las estructuras actuales del comercio mundial, regular las relaciones
económicas según justicia, conseguir que estas relaciones atiendan al bien de
los más pobres hasta lograr ellos mismos el desarrollo de su propia economía,
acabar con las pretensiones de lucro excesivo, las ambiciones nacionalistas, el
afán de dominación política, los cálculos de carácter militarista y las
maquinaciones para difundir e imponer las ideologías.
Otro mundo con paz es
posible
Debemos procurar, por tanto, con todas nuestras fuerzas preparar una
época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida
cualquier guerra.
Esto requiere el establecimiento de una autoridad pública universal
reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el
cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos.
Todos necesitamos convertirnos con espíritu renovado a la verdad de la
paz. Jesús de Nazaret, al hacer del amor universal la clave de su vida, luchó
por la unidad de todos los hombres, dio muerte al odio, sobrepasó todo
particularismo y acabó con toda discriminación.
Los cristianos, conscientes de que los pobres hacen las veces de
Cristo, cooperen de corazón en la cooperación del orden internacional con la
observancia auténtica de las libertades y la amistosa fraternidad de todos.
"Que no sirva de escándalo a la humanidad el que algunos países, generalmente
los que tiene una población cristiana sensiblemente mayoritaria, disfrutan de
la opulencia, mientras otros se ven privados de lo necesario para la vida y
viven atormentados por el hambre, las enfermedades y toda clase de miserias”.
El respeto de la dignidad humana, el ejercicio de la fraternidad
universal, la convocación de todos a una convivencia en la justicia, la
libertad, el diálogo y la cooperación, brota en nosotros como un imperativo del
amor, que nos remite a Dios como principio y fín de todos. Y todos, en
consecuencia, estamos llamados a ser hermanos.
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3.
DECALOGO DE LA P A Z
1.
Todas las personas tienen
La misma dignidad y los mismos derechos.
2. Todo hombre es fundamentalmente bueno.
3. La vida es amor y solidaridad
y no egoísmo y competencia
4. Sin justicia no hay paz.
5. No odiar nunca ni impulsar campaña
anti-nadie. No consentir nada
que discrimine o degrade al hombre.
6. Luchar por la justicia exige
hacer propia la causa de los más pobres.
7. Lo que no es bueno para todos,
no puede serlo para unos pocos.
La humanidad es una y se hace tal
por su constitutiva genética de fraternidad.
8. Las razas, las religiones, las lenguas,
las culturas y las patrias son relativas.
Lo absoluto es el amor a toda persona:
el no querer el mal para nadie,
el no explotar a nadie,
el no discriminar a nadie
el no humillar a nadie,
el no engañar a nadie.
9. La igualdad entre los pueblos se basa
en el principio de un mismo rango y
dignidad de todos,
en programar y resolver juntos
las necesidades básicas de todos,
en respetar el Derecho Internacional
y solucionar los conflictos
con la razón y no con las armas.
10. El progreso, que no es progreso de todos,
no es progreso.
La misma dignidad y los mismos derechos.
2. Todo hombre es fundamentalmente bueno.
3. La vida es amor y solidaridad
y no egoísmo y competencia
4. Sin justicia no hay paz.
5. No odiar nunca ni impulsar campaña
anti-nadie. No consentir nada
que discrimine o degrade al hombre.
6. Luchar por la justicia exige
hacer propia la causa de los más pobres.
7. Lo que no es bueno para todos,
no puede serlo para unos pocos.
La humanidad es una y se hace tal
por su constitutiva genética de fraternidad.
8. Las razas, las religiones, las lenguas,
las culturas y las patrias son relativas.
Lo absoluto es el amor a toda persona:
el no querer el mal para nadie,
el no explotar a nadie,
el no discriminar a nadie
el no humillar a nadie,
el no engañar a nadie.
9. La igualdad entre los pueblos se basa
en el principio de un mismo rango y
dignidad de todos,
en programar y resolver juntos
las necesidades básicas de todos,
en respetar el Derecho Internacional
y solucionar los conflictos
con la razón y no con las armas.
10. El progreso, que no es progreso de todos,
no es progreso.
Benjamín
Forcano
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4.COMPROMISOS POR LA PAZ ENTRE LAS
PERSONAS Y LOS PUEBLOS - ASIS -2012
1.Nos comprometemos a proclamar nuestra firme convicción
de que la violencia y el terrorismo se oponen al auténtico espíritu religioso,
condenando todo recurso a la violencia.
2.Nos comprometemos a educar las personas en el respeto y la estima recíprocos, a fin de que se llegue a una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.
3.Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión, y la confianza recíprocas entre las personas y entre los pueblos, pues estas son las condiciones de una paz auténtica.
4.Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su familia.
5.Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro insuperable, sino, al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede convertirse en ocasión de mayor comprensión recíproca.
6.Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es verdadera paz.
7.Nos comprometemos a estar del lado de quienes sufren la miseria y el abandono, convirtiéndonos en voz de quienes no tienen voz y trabajando concretamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.
8.Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quienes no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.
9.Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos,, convencido9s de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento sólido entre los pueblos, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte.
10.Nos comprometemos a solicitar a los responsables de las naciones que hagan todo lo posible para que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, se construya y se consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia.
2.Nos comprometemos a educar las personas en el respeto y la estima recíprocos, a fin de que se llegue a una convivencia pacífica y solidaria entre los miembros de etnias, culturas y religiones diversas.
3.Nos comprometemos a promover la cultura del diálogo, para que aumenten la comprensión, y la confianza recíprocas entre las personas y entre los pueblos, pues estas son las condiciones de una paz auténtica.
4.Nos comprometemos a defender el derecho de toda persona humana a vivir una existencia digna según su identidad cultural y a formar libremente su familia.
5.Nos comprometemos a dialogar con sinceridad y paciencia, sin considerar lo que nos diferencia como un muro insuperable, sino, al contrario, reconociendo que la confrontación con la diversidad de los demás puede convertirse en ocasión de mayor comprensión recíproca.
6.Nos comprometemos a perdonarnos mutuamente los errores y los prejuicios del pasado y del presente, y a sostenernos en el esfuerzo común por vencer el egoísmo y el abuso, el odio y la violencia, y por aprender del pasado que la paz sin justicia no es verdadera paz.
7.Nos comprometemos a estar del lado de quienes sufren la miseria y el abandono, convirtiéndonos en voz de quienes no tienen voz y trabajando concretamente para superar esas situaciones, con la convicción de que nadie puede ser feliz solo.
8.Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quienes no se resignan a la violencia y al mal, y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas a dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz.
9.Nos comprometemos a apoyar cualquier iniciativa que promueva la amistad entre los pueblos,, convencido9s de que el progreso tecnológico, cuando falta un entendimiento sólido entre los pueblos, expone al mundo a riesgos crecientes de destrucción y de muerte.
10.Nos comprometemos a solicitar a los responsables de las naciones que hagan todo lo posible para que, tanto en el ámbito nacional como en el internacional, se construya y se consolide un mundo de solidaridad y de paz fundado en la justicia.
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5. DOS TEXTOS SIGNIFICATIVOS SOBRE LA GUERRA
1.Albert Einstein
-¿Hay algún camino para evitar a la humanidad
los estragos de la guerra?
1.El logro de seguridad internacional implica
la renuncia incondicional, en una cierta medida, de todas las naciones a su
libertad de acción, vale decir, a su soberanía, y está claro fuera de toda duda
que ningún otro camino puede conducir a esa seguridad.
2.Factores que impiden este logro.
El
afán de poder caracteriza a la clase gobernante de todas las naciones y es
hostil a cualquier limitación de la soberanía nacional. Ese hambre de poder
político suele medrar gracias a las actividades de otro grupo guiado por
aspiraciones puramente mercenarias, económicas. Pienso especialmente en ese
pequeño pero resuelto grupo, activo en toda nación, compuesto de individuos
que, indiferentes a las consideraciones y moderaciones sociales, ven en la
guerra, en la fabricación y venta de armamentos, nada más que una ocasión para
favorecer sus intereses particulares y extender su autoridad personal.
3.¿Cómo esta pequeña camarilla somete al
servicio de sus ambiciones la voluntad de la mayoría, para la cual el estado de
guerra representa pérdidas y sufrimientos? Las respuestas es que esta minoría,
la clase dominante hoy, tiene bajo su influencia las escuelas y la prensa, y
por lo general también la Iglesia. Esto les permite organizar y gobernar las emociones
de las masas, y convertirlas en su instrumento.
4.Estos procedimientos logran despertar este
salvaje entusiasmo por la guerra porque el hombre tiene dentro de sí un apetito
de odio y destrucción. ¿Se puede controlar este apetito y ponerlo a salvo de la
psicosis del odio y la destructividad?
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1.S. Freud
1.La violencia se puede doblegar
transfiriendo el poder a una unidad superior que se mantiene cohesionada por
ligazones de sentimiento entre sus miembros, ya que las leyes son hechas por
los dominadores y para ellos y son escasos los derechos concedidos a los
sometidos.
2.Una prevención segura de las guerras sólo
es posible si los hombres acuerdan la institución de una violencia central
encargada de entender en todos los conflictos de intereses. Las Naciones Unidas
sirven parta esto, pero no tienen el poder propio para hacer cumplir sus
decisiones.
3.Cuando los hombres son exhortados a la
guerra, puede que en ellos responda afirmativamente a ese llamado toda una
serie de motivos, nobles y vulgares, unos de los que se habla en voz alta y
otros que se callan. Entre ellos se cuenta el placer de agredir y destruir...
El ser vivo preserva su propia vida destruyendo la ajena. No se trata, pues, de
eliminar por completo la inclinación de los hombres a agredir, pero sí de
desviarla lo bastante para que no deba encontrar su expresión en la guerra.
Para combatir el desborde al pulsión de destrucción hay que apelar a su pulsión
contraria: el Eros.
4.Todo cuanto establezca ligazones de
sentimiento entre los hombre no podrá menos que ejercer un efecto contrario a
la guerra. El psicoanálisis no tiene motivo para avergonzarse por hablar aquí
de amor, pues la religión dice lo propio: "Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
5.Los súbditos constituyen la inmensa mayoría,
carecen de pensamiento autónomo y necesitan de una autoridad que tome por ellos
unas decisiones que las más de las veces acatarán incondicionalmente. Los
abusos de los poderes del Estado y la prohibición de pensar decretada por la
Iglesia no favorecen una generación con pensamiento propio. ¿Por qué nos
sublevamos contra la guerra? Porque todo hombre tiene derecho a su propia vida,
porque la guerra aniquila promisorias vidas humanas, pone al individuo en
situaciones indignas, lo compele a matar a otros, cosa que él no quiere,
destruyen preciosos valores materiales, productos del trabajo humano, y tantas
cosas más. La guerra contradice de la manera más flagrante las actitudes psíquicas
que nos impone el proceso cultural, y por eso nos vemos precisados a
sublevarnos contra ella, lisa y llanamente no la soportamos más. La nuestra no
es una repulsa intelectual y afectiva: es en nosotros, los pacifistas, una
intolerancia inconstitucional.
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