La Vía Láctea contiene miles de millones de planetas habitables.
Observaciones astronómicas realizadas con los métodos más punteros revelan la posibilidad de que haya vida en exoplanetas.
Observaciones
astronómicas realizadas durante seis años a millones de estrellas de
nuestra galaxia han demostrado que es muy común que éstas tengan
planetas orbitando a su alrededor dentro la llamada
“zona de habitabilidad”, región alrededor de las estrellas en las que
la temperatura es la adecuada para que los planetas tengan líquido en su
superficie.
Los científicos aseguran
que, por tanto, habría miles de millones de planetas habitables en la
Vía Láctea. En algunos de ellos podrían haberse desarrollado formas de
vida completamente distintas a las que conocemos, afirman los investigadores.
Observaciones astronómicas realizadas durante seis años a millones de
estrellas de nuestra galaxia han demostrado que es muy común que éstas
tengan planetas orbitando a su alrededor.
Esta es una de las conclusiones alcanzadas por un equipo de astrónomos, entre los que se cuentan miembros del Instituto
Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, que ha aplicado métodos
altamente sensitivos a la búsqueda de planetas existentes en zonas
habitables, situadas alrededor de estrellas huésped de la Vía Láctea.
Sus investigaciones han permitido constatar, además, que la mayoría de
los 100 mil millones de estrellas de nuestra galaxia cuentan con
planetas similares a la Tierra,
como los existentes en nuestro propio sistema solar (Venus o Marte),
mientras que los planetas como Júpiter y Saturno son una rareza.
Mil exoplanetas encontrados
Según declaraciones de Uffe Gråe Jørgensen, director del equipo de investigación del Instituto Niels Bohr, aparecidas en un comunicado de la Universidad de Copenhague, los resultados
obtenidos demuestran que los planetas orbitando alrededor de estrellas
son más la regla que la excepción en la Vía Láctea.
Así, en cualquier sistema solar típico de nuestra galaxia habría,
aproximadamente, cuatro planetas orbitando a una distancia de las
estrellas en la que pueden encontrarse planetas sólidos. Además, como
media, habría 1,6 planetas en las áreas alrededor de estrellas
correspondientes a la distancia entre Venus y Saturno.
En total, los investigadores han hallado unos 1.000 exoplanetas o planetas que orbitan una estrella
diferente al Sol en la Vía Láctea.
La mayoría de ellos fueron detectados bien utilizando un método conocido
como método de velocidad radial (que detecta exoplanetas basándose en
la detección de las variaciones en la velocidad de la estrella central),
bien con el llamado método de tránsito, que es el método más utilizado
actualmente en la búsqueda de planetas extrasolares.
Este sistema de búsqueda está basado en el estudio del tránsito
astronómico, un fenómeno durante el cual un astro pasa por delante de
otro más grande, bloqueando en cierta medida su visión. Con él, los
astrónomos pueden medir los cambios periódicos en el brillo de una estrella.
Cuando un planeta se mueve frente a ella, se produce regularmente una
pequeña reducción de su brillo. Esta regularidad en la reducción del
brillo estelar es la clave de la existencia de un planeta orbitando.
El método de tránsito tiene una gran importancia en astronomía. Además
de ayudar a encontrar exoplanetas, ha servido también, por ejemplo, para
calcular las dimensiones del Sistema Solar.
La combinación de ambos
métodos ha permitido a los astrónomos encontrar planetas grandes y
relativamente cercanos a sus estrellas huéspedes.
Cien millones de estrellas analizadas
Pero los científicos han ido más allá, buscaron también planetas
similares a los de nuestro sistema solar, usando un tercer método de
búsqueda: la observación con microlentes gravitacionales, que permite
detectar la presencia de planetas de masa similar a la terrestre,
alrededor de estrellas parecidas al Sol.
Para la realización de estas observaciones son precisas condiciones muy
especiales, en lo que a la localización de las estrellas se refiere.
A este respecto, Uffe
Gråe Jørgensen explica que la observación con microlentes
gravitacionales requiere que haya dos estrellas colocadas en línea recta
en relación a la Tierra.
Cuando esto se produce, la luz de la estrella situada en un segundo plano resulta amplificada por la gravedad de la estrella situada en primer plano, que actúa por tanto como una lupa.
En el periodo en que ambas estrellas pasan cerca la una de la otra, los astrónomos pueden observar como la luz de la estrella de fondo primero se incrementa y luego vuelve a reducirse. Si existe un planeta orbitando alrededor de dicha estrella,
se produce un pequeño destello extra en la curva luminosa detectada. Si
el planeta está muy cerca, el destello “se ahoga” en esa curva
luminosa. Por el contrario, si el planeta está demasiado alejado de la estrella,
no se ve ningún destello extra.
Por sus características, este sistema resulta especialmente sensible a
la detección de planetas que se hallen a una distancia de su estrella similar a la de la Tierra con respecto al Sol, explica Jørgensen.
Los científicos
realizaron sus observaciones con 100 millones de estrellas, utilizando
telescopios localizados en Chile (Observatorio de La Silla de la ESO ) y
Nueva Zelanda.
Si en las observaciones se identificaba una localización estelar con un
posible efecto de microlente, automáticamente ésta era registrada y se
notificaba a todos los investigadores. Posteriormente, se estudiaban con
más detalle los mejores registros, en alta resolución, y se analizaban
las curvas luminosas.
Según Jørgensen, en un
periodo de seis años (entre 2002 y 2007), fueron observadas 500
estrellas en alta resolución. En 10 de ellas, los investigadores
pudieron ver directamente el efecto lente de un planeta. En el caso de
las otras, pudieron establecerse datos estadísticos que determinaron la
gran cantidad de planetas que orbitaban alrededor de las estrellas.
Presencia de líquido en las superficies planetarias
Los resultados obtenidos con el método de observación de microlentes
gravitacionales complementaron las mejores mediciones realizadas hasta
ahora con los otros dos métodos, el de tránsito y el de velocidad
radial.
Recreación artística de la Vía Láctea. Fuente: Wikimedia Commons.
Utilizando las
mediciones de tránsito, el satélite Kepler de la NASA identificó una
gran cantidad de planetas relativamente pequeños en órbitas menores
incluso a la de Mercurio, el planeta más cercano al Sol de nuestro
sistema solar.
Por otro lado, las mediciones de velocidad radial revelaron una gran
cantidad de planetas grandes, tanto en órbitas pequeñas como en órbitas
ligeramente mayores alrededor de sus estrellas.
Todas las mediciones permitieron establecer, por vez primera, que la
estructura de nuestro sistema solar es algo común en la Vía Láctea.
Asimismo, según Jørgensen, gracias a los datos obtenidos, se ha podido
concretar cuantas estrellas presentan planetas en órbita, de tamaño
similar al de la Tierra, en un área orbital en la que dichos planetas
podrían contener líquido.
Este líquido, en
principio, podría existir en forma de lagos, ríos y océanos, asegura el
investigador, lo que significa que la vida, tal y como la conocemos en
la Tierra, sería posible en otros planetas de la galaxia.
¿Puede haber vida en otros planetas?
En este sentido, Jørgensen afirma que los análisis estadísticos de los
tres métodos combinados demuestran que, de los 100 mil millones de
estrellas de la Vía Láctea, alrededor de 10 mil millones tendrían
planetas dentro de la “zona de habitabilidad”, término que en
astrofísica define las regiones alrededor de las estrellas en las que un
planeta, de una masa entre 0,6 y 10 veces la masa terrestre, podría
tener agua en estado líquido sobre su superficie.
La consecuencia: podría haber miles de millones de planetas habitables
en la Vía Láctea, aunque en este sentido Jørgensen es cauto: una cosa es
que los planetas tengan la temperatura adecuada para ser habitables (la
temperatura que permite que haya líquido en su superficie), y otra que
contengan vida, e incluso vida inteligente.
La vida surgió en la
Tierra por una combinación de factores, como la llegada a nuestro
planeta de cometas con agua. Eventos aleatorios posteriores pusieron en
marcha la evolución, que hizo posible el desarrollo de vida terrestre
inteligente, afirma el científico.
Sin embargo, Jørgensen concede que “quizás, otras coincidencias en otros
sistemas solares hayan dado lugar a formas de vida completamente
distintas en otros planetas”.
Los resultados de la
investigación han aparecido publicados en un artículo publicado por
Nature.
Según publica ESO, en los últimos 16 años, los astrónomos han detectado
más de 700 exoplanetas y han empezado a analizar los espectros y las
atmósferas de esos mundos. Aunque el estudio de las propiedades
individuales de dichos exoplanetas tiene un valor innegable, la
importancia del trabajo de Jørgensen y sus colaboradores radica en que
responde a una cuestión básica: ¿hasta qué punto es común que haya
planetas en la Vía Láctea?
Autora/ Yaiza Martínez Fuente/ Tendencias21
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