La teología de la liberación 40 años después. Entrevista con Pablo Bonavía
- Publicado el Martes, 01 Noviembre 2011 16:26
En
2011 se cumplen 40 años de la publicación del libro de Gustavo
Gutiérrez “Teología de la Liberación. Perspectivas”. Una buena ocasión
para preguntarnos por la historia de esta manera de hacer teología, por
la novedad que ella representó y por los desafíos que hoy se le
presentan. De todo esto conversamos con el sacerdote Pablo Bonavía,
actual párroco de la Cruz de Carrasco.
¿Cómo nace la Teología de la Liberación?
Podemos poner un horizonte largo. En el mes de diciembre próximo se cumplen 500 años del famoso sermón de Antonio Montesinos. El 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de adviento, en la entonces Isla La Española (hoy República Dominicana), por primera vez se encara a los conquistadores desde la perspectiva de los indígenas que están siendo expoliados y humillados, a quienes les están robando todo, la riqueza, la cultura, la identidad.
Podemos poner un horizonte largo. En el mes de diciembre próximo se cumplen 500 años del famoso sermón de Antonio Montesinos. El 21 de diciembre de 1511, cuarto domingo de adviento, en la entonces Isla La Española (hoy República Dominicana), por primera vez se encara a los conquistadores desde la perspectiva de los indígenas que están siendo expoliados y humillados, a quienes les están robando todo, la riqueza, la cultura, la identidad.
En 1492 se produce el así llamado descubrimiento de América Latina.
Diecinueve años, luego de haber conversado con la Comunidad, se le solicita a Antonio Montesinos que realice una expresión de rechazo, de protesta, a la forma en que los conquistadores trataban a los indígenas en nombre de la fe. Esto se verá reflejado en el sermón de la celebración en la que se encontraba presente el hijo de Colón (en ese momento almirante a cargo de la flota).
Diecinueve años, luego de haber conversado con la Comunidad, se le solicita a Antonio Montesinos que realice una expresión de rechazo, de protesta, a la forma en que los conquistadores trataban a los indígenas en nombre de la fe. Esto se verá reflejado en el sermón de la celebración en la que se encontraba presente el hijo de Colón (en ese momento almirante a cargo de la flota).
Cuando
hablamos de teología de la liberación (TL) nos referimos en primera
instancia a un fenómeno bastante acotado que nace a fines de la década
del 60, a principio de la década del 70. Fenómeno que tiene lugares,
fechas y acontecimientos hasta nuestros días. Pero siempre la TL se
entendió a sí misma como parte de una corriente de vida y de estilo de
vida cristiano que en nuestro continente arranca con fecha 21 de
diciembre de 1511.
Hay algunos acontecimientos en la década del 60 y 70 que le dan forma, nombre a esta teología ¿cuáles son esos acontecimientos?
Gustavo
Gutiérrez, en torno a 1968, es el primero en darle forma epistemológica
propia a la TL. De hecho lo que hay de trasfondo de esa teología es una
experiencia de compromiso de muchos cristianos en lo social, lo
político, lo cultural, para quienes el formato (no tanto el contenido)
en el que habían recibido e intentaban compartir sus condiciones de fe,
aparecía muy deudor de una mentalidad colonialista, conquistadora,
ilustrada, que justamente es lo que esta teología empieza a revertir.
Hay un momento, hacia fines de la década del 60, en que si bien hay una
gran efervescencia en cuanto a expectativas de cambio social, de hecho
los cristianos no tenían un pensamiento que les permitiera insertarse
creativamente. Tenían principios, tenían una doctrina social de la
iglesia, tenían teologías así llamadas progresistas post-concilio, pero
ninguna de ellas era capaz de tener una inserción creativa en la
búsqueda de alternativas y de procesos de cambio.
Lo
que hace esta teología de Gustavo Gutiérrez es una algo bien
importante: cambia la pregunta a la que la teología quiere responder.
Después del Concilio la gran pregunta que las teologías progresistas
europeas, muy buenas, muy profundas y muy valiosas, se hacían es: cómo
seguir siendo cristiano en un mundo moderno, racional, democrático,
posmístico, adulto. Hay toda una reflexión de largo aliento que busca
actualizar la fe a lo que son los requisitos del mundo moderno, una fe
que venía siendo vivida, celebrada y reflexionada, con categorías
prácticamente pre-modernas. Pero esa manera de entender las cosas era
comprensible en una Europa muy moderna que había pasado por la
revolución industrial, la revolución francesa, que tenía una
infraestructura económica y política como para grandes cambios. Pero eso
en América Latina no ayudaba mucho.
La
pregunta que descubre Gustavo Gutiérrez y que es la que le va a dar
originalidad e identidad a la TL no es tanto cómo mantener la fe
cristiana en un mundo adulto, sino cómo poder predicar a Dios, que es
Padre, en un mundo que es sistemáticamente excluyente e injusto. La
pregunta no es tanto cómo mantener la fe, sino que la fe que vale la
pena mantener es aquella que nos permite, en fidelidad al Evangelio ser
capaces de generar cambios radicales en la sociedad. No es que se ponga
al mundo moderno como modelo y la fe cristiana tratando de adaptarse,
sino que es otro tema. El referente de las teologías progresistas
europeas es el hombre racional, adulto, moderno. El referente de la TL
es el pobre, el excluido, el discriminado...
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